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Diego Sánchez, como en sus mejores tiempos

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El Honda Center de Anaheim, California fue el escenario propicio para que los más de catorce mil espectadores vibrasen al compás de los mariachis y sus vihuelas. Indudablemente, la velada del sábado será inolvidable para la historia de las artes marciales mixtas en América Latina. Su máximo exponente, Caín Velásquez, se convertía en el campeón indiscutible de los pesados luego de dar cátedra frente al gigante de Minnesota, Brock Lesnar. Para no ser menos que su compatriota, Diego Sánchez daba muestras de su garra y corazón venciendo al siempre peligroso Paulo Thiago.
 
Luego de dos derrotas consecutivas, parecía que la carrera de Diego Sánchez en el UFC pendía sobre la cuerda floja. Habiendo recibido duras críticas del Presidente del UFC, Dana White, quien expresase su disconformidad con la decisión de Sánchez de retornar a la categoría de los welter, Diego necesitaba una victoria para encaminar nuevamente su carrera.
 
La vuelta al campamento de su mentor, Greg Jackson en Albuquerque, Nuevo México, fue un factor importante en esta nueva versión de Diego que no veíamos desde hace mucho tiempo. Tal vez, los cambios más relevantes hayan tenido más que ver con factores motivacionales u emocionales que con problemas ligados a la aclimatación correcta al peso de la categoría. Lo cierto es que “La Pesadilla” silenció a sus opositores con una actuación digna de ser aplaudida de pie.
 
En el inicio del combate, Paulo Thiago dominaba el centro del octágono y mostraba un boxeo ofensivo con mayor precisión que el de su rival. El cinturón negro en jiujitsu brasileño logró llevar el duelo a la lona e intentó someter al mexicano-americano con un triángulo de brazo (estrangulamiento D´Arce). El primer round fue definitivamente para Paulo Thiago cortesía de su control del octágono, derribos e intentos por finalizar el combate por la vía de la sumisión.
 
Las acciones se iban a emparejar en el segundo round cuando Sánchez logró llevar la lucha al suelo, utilizando su golpe a ras de lona y cambiando el curso del pleito. Thiago, con su espalda sobre el suelo, se mantuvo siempre activo, intentando sumisiones desde esta posición. En uno de los momentos más espectaculares de la noche, Sánchez levantó a su rival en el aire y lo arrojó contra el piso, generando el delirio de la afición.
 
En el tercer round, la balanza se inclinaría hacia el rincón de Sánchez. Paulo Thiago se mostraba visiblemente agotado por el asedio constante de su rival durante toda la pelea. En el ocaso del combate se vio a un Sánchez agresivo con su golpe a ras de lona, enviando un fuerte mensaje a los jueces.
 
Luego de tres rounds de agresión ininterrumpida, con ambos luchadores fatigados producto del vertiginoso ritmo del combate, la decisión quedaría a manos de los jueces. En fallo unánime, Diego “Pesadilla” Sánchez se quedaba con la victoria y mejoraba su récord a 22-4. Ambos luchadores fueron galardonados con el bonus por la “pelea de la noche”, embolsando setenta mil dólares adicionales cada uno de ellos.
 
En la conferencia de prensa, Diego se mostró satisfecho con la victoria y se expresó de la siguiente manera ante la pregunta sobre la posibilidad de un posible retorno a la división de los livianos:
 
“Yo solo quiero pelear con los mejores, estar en las mejores peleas que deseen ver los fans y subir en los rankings de la organización. Ya sea en la división de las 170lbs o en las 155lbs estoy dispuesto a sacrificarme con dedicación, poniendo mi alma y corazón en este deporte y haré lo que tenga que hacer”.