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Brown Pride: La Historia de Caín Velásquez

 Su familia vivió el rigor de la inmigración en EE.UU. Hoy Caín Velásquez es un símbolo de orgullo y unión que ha borrado límites entre naciones y diferencia raciales. Conozca desde su niñéz la historia del campeón que regresa a hacer vibrar corazones. 

SAN JOSÉ, California. – Es imposible pasar por alto las elaboradas y grandes letras cuando Caín Velásquez se quita su playera. Dos palabras estarcidas de forma prominente en un semicírculo en la parte superior del pecho.
Brown Pride (orgulloso de ser de tez morena).

Velásquez es un hombre serio de pocas palabras, quien prefiere que sus efectivos y despiadados movimientos dentro del Octágono hablen por sí mismos. Pero el reinante campeón de peso completo del UFC tiene algo que decir. Y tiene que ver con el tatuaje que es mucho más que un poco de tinta en la piel. Esa frase, un tributo a sus raíces mexicoamericanas, explica todo lo que es relevante para él.
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“Me define”, dijo Velásquez recientemente después de una práctica en American Kickboxing Academy. “Habla de donde vengo, de quiénes son mis padres. Representa la lucha de mi familia. Estoy realmente muy, pero muy orgulloso. . .”
Su voz se resquebraja.
“Todo eso”, agrega después de una pausa, “me formó”.
Cuando Velásquez (13-1) ponga un pie dentro del Octágono el 13 de junio en la ciudad de México para enfrentar al campeón interino Fabricio Werdum (19-5-1) en UFC 188, los riesgos serán los mayores de su condecorada carrera. Con 32 años de edad y 20 meses sin haber peleado a raíz de una serie de lesiones, Velásquez sabe que el mundo de las artes marciales mixtas estará mirando de cerca para descubrir si todavía sigue siendo el hombre más duro e intimidante del planeta. ¿Seguirá siendo Velásquez el mismo implacable peleador a quien Javier Mendez, entrenador de AKA, nombró sencillamente “The Terminator” porque nunca pero nunca se detiene, y continúa arremetiendo contra su rival?
Velásquez siempre lleva la bandera de MéxicoSin embargo, también hay otra cosa en juego. Es el mismo peso que Velásquez lleva sobre los hombros. Es el sentimiento de que él representa mucho más que a sí mismo. 
Estadounidense, de primera generación, Velásquez experimentó la vida de inmigrante a través de sus padres – especialmente su padre, quien inicialmente llegó al país realizando la peligrosa travesía de cruzar la frontera ilegalmente. Luego, mientras los observaba a ellos y a otros trabajar los campos como nómades migrantes persiguiendo las cosechas de la lechuga, la coliflor y el brócoli a través de todo el oeste, Velásquez comprendió el significado del trabajo forzoso y agotador, impulsado por la esperanza de brindar una mejor vida para la próxima generación.
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Por lo tanto, cuando comenzó a ganar reconocimiento como deportista, y no veía a muchas personas que lucieran como él, Velásquez decidió enviar un mensaje.
Se hizo un tatuaje.
 “Los mexicanos son conocidos por ser muy laboriosos, y a eso aspiro”, expresó Velásquez. “Mi intención era solamente hacerle saber a la gente que soy mexicano, que compito a un alto nivel y, sobre todo, que estoy orgulloso de mis raíces. Estoy orgulloso de lo que tuvimos que hacer para triunfar en la vida”.

Por eso no deja que nada se interponga en el camino de las dos cosas más importantes de su vida: la pelea y la familia. En cada práctica, entrenando con compañeros de la talla del campeón de peso semicompleto del UFC, Daniel Cormier, y el destacado de peso mediano Luke Rockhold, su meta es ser el mejor peleador del día en el gimnasio de AKA. E inmediatamente después regresa a su casa, donde lo esperan su esposa Michelle y su hija de 5 años, Coral.
 “Lo que siempre he notado es la ética laboral de Caín”, dijo Josh Thomson, un compañero de AKA y peleador de peso ligero. “Trabaja, trabaja y trabaja. Y cuando no está en el gimnasio es difícil verlo sin su esposa y su hija. Y eso es muy raro para un muchacho que se ha vuelto tan popular como él. Se dedica completamente a su familia, y eso es algo que seguramente le fue inculcado por sus padres”.
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El menor de tres hijos, Velásquez nació en Salinas, California. Una comunidad agrícola, cuna también del escritor premiado al Nobel, John Steinbeck, famoso por capturar el sector marginado del siglo 20 en Estados Unidos. Y la historia de la familia de Velásquez parece haber sido sacada de una novela de Steinbeck.
Comienza con su padre, Efraín. Como su famoso hijo, es un hombre reservado, que se siente más cómo hablando español, su idioma natal, y se contenta con que su esposa Isabel relate su historia. Ella nos cuenta que él fue criado en el pequeño pueblo de Sonoyta en Sonora, México. Efraín se escurría por la frontera de los Estados Unidos – una travesía peligrosa que le ha costado la vida a un número incalculable de personas, en busca de trabajo. Y Efraín lo hizo en repetidas ocasiones porque volvían a capturarlo y deportarlo una y otra vez.

“Siempre encontraba la forma de regresar”, comentó Isabel, natural de Fresno, California, que también vivió durante un tiempo en México. “Según él, ocurrió ocho veces, pero sospecho que fueron más y simplemente perdió la cuenta”.
El ciclo no terminó hasta que Efraín conoció a Isabel en un baile en Eloy, Arizona -- un pequeño puntito en el mapa entre Phoenix y Tucson.
“Todavía recuerdo que le pregunté: ‘¿Estás enamorado o solo se trata de conseguir la residencia?’”, contó Isabel.
Era amor.
“Ahora nos reímos de eso porque llevamos 40 años de casados”, agregó. “Hoy, ya ni tenemos que hablar. Nos leemos la mente”.
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Los primeros años de su vida, Caín los pasó en el circuito temporal de los trabajadores de campo, mientras Efraín e Isabel trabajaban en
pueblos como Salinas, Blythe, El Centro y Huron. Efraín cargaba cajones pesados de verduras en los camiones. Isabel trabajaba en los campos, caminando detrás de una máquina que cortaba las verduras para que ella pudiera envolverlas. Ambos trabajaban desde el alba hasta el atardecer. El que no podía mantener el ritmo, no podía mantener el trabajo.
“Cuando estaban en el campo, a veces solíamos ir a buscar a mi papá y yo no podía creer el calor que hacía ahí”, recordó Velásquez. “El Valásquez y su esposa Michelletipo de labor que realizaban era muy duro. Y les pagaban el salario mínimo”.
Thomson también sabe que experimentar de cerca ese tipo de esfuerzo en la infancia puede causar una impresión duradera. Creció en la zona Este de San José y es latino por la influencia de su madre. Ella era la menor de 13 niños, y él tiene recuerdos intactos de toda la familia compartiendo cada verano y vendiendo cajas de albaricoques que recogían por 30 centavos cada uno.
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“No era mucho dinero, pero todo estaba destinado a mi abuela para que nos ayudara con la alimentación”, dijo Thomson. “Sé que Caín tiene una historia similar, y realmente te afecta. Es otro tipo de lucha cuando uno ve a sus abuelos y padres trabajando para brindarte una vida mejor. Yo lo vi. Caín lo vio. Nos marcó y nunca más lo olvidamos. Aprendes a no darte por vencido”.
Uno de los días que más llenan a Efraín de orgullo es cuando obtuvo su licencia para conducir camiones y comenzó a transportar los productos como camionero. Es un trabajo que aún realiza actualmente.
Pregunta: ¿Qué dirías si menciono una temperatura de 42.2 grados en julio?
Respuesta: Un día común en Yuma, Arizona.
Isabel se puso firme. La ruta no ofrecía un buen hogar para los niños que se veían obligados a cambiar de escuelas constantemente. Los niños necesitaban una estructura.  Así que escogieron la calurosa ciudad de Yuma, a orillas del Río Colorado y no muy lejos de la frontera entre Estados Unidos y México. Isabel consiguió un trabajo en el departamento de salud y crió a los niños mientras Efraín pasaba la mayor parte de su tiempo trabajando lejos.
La familia primero vivió en una diminuta casa rodante de 6,5 m de largo antes de eventualmente mudarse a una casa. Velásquez jugaba con un grupo de niños que eran un poco más grandes, y eso significaba que a veces tenía que soportar la prepotencia de los mayores del grupo. Pero tenía órdenes estrictas de su madre que nunca podía pelear, así que se aguantaba.

“Finalmente, un día me contó acerca de un niñito llamado Tony”, explicó Isabel. “Dijo, ‘Si Tony sigue tomándome de punto y me pega, ¿puedo devolvérsela?’ Yo le contesté, ‘Sí, pero solo si él empieza.’ Bien, posteriormente un día entró corriendo a la cocina, sin aliento, y dijo ‘¡Mami, lo hice! ¡Le pegué a Tony después de que él me pegó a mí!’ Le pregunté qué había pasado después, y me contestó ‘No lo sé. Le pequé y salí corriendo’”.
Esa probablemente haya sido la última vez que Velásquez se fue corriendo de una pelea.
En la escuela secundaria fue bicampeón estatal de lucha en Arizona. En Iowa Central Community College ganó la corona de peso completo del primer ciclo universitario. Luego, fue All-American en Arizona State, donde se graduó con un diploma en educación.
“Todo lo que ha hecho ha sido por mérito propio”, señaló Isabel. “Fue difícil para Caín su primer año en ASU. Le costó mucho. Necesitó clases de apoyo. Yo le recordaba, ‘Debes trabajar para superar cualquier problema. Debes hacerlo’. Cuando recibió su diploma me llené de orgullo, y luego fue cuando me dijo que quería dedicarse a MMA. Lloré y le dije, ‘¡No puedes hacer eso!’ Quería que trabajara utilizando el cerebro. No quería que se ganara la vida utilizando los músculos como hicimos nosotros”.
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Pero él estaba decidido. Velásquez se fue a San José y al gimnasio AKA.
MMA se ha convertido en un camino profesional lógico para los mejores exponentes de la lucha amateur. Pero, según Mendez, lo cierto es que ningún luchador sabe si podrá soportar ser golpeado o pateado en la cara hasta que ponga un pie en la celda. 
Velásquez no solo pudo, sino que le apasionó.
“Caín está hecho para destruir”, exclamó Mendez. “Simplemente le das cuerda, lo programas y destruye a su rival. Yo diseño el plan de acción, lo preparo a él al extremo tanto física como mentalmente en la técnica, y para cuando llega el momento de pelear, es automático.  Entra y lo hace”.
Hubo algo más que Mendez reconoció temprano en Velásquez. El joven peleador tenía una identidad forjada.

Ambos tienen raíces mexicanas. Mendez emigró legalmente a Estados Unidos desde México a los 6 años de edad con su familia. En su esfuerzo por ser aceptado, Mendez no hablaba español en público. Ni siquiera escuchaba música mexicana.
“Quería alejarme lo más posible, y el resultado fue que me convertí en un ignorante de mi identidad”, dijo Mendez. “Luego Caín llegó al gimnasio y quería escuchar música Ranchera. Fue entonces cuando me di cuenta de que yo estaba tratando de ocultar mi verdadero yo, que no podía reconocerlo. Vi que debía estar orgulloso de ser mexicano, como también de ser un ciudadano estadounidense. Que puedo ser ambos. Caín me hizo dar cuenta de eso. Así que el maestro aprendió del estudiante”.
Y Mendez fue también un maestro excelente.
El 23 de octubre de 2010, Velásquez ganó el título de peso completo de UFC noqueando a Brock Lesnar, en apenas su noveno combate (vean esa pelea). Un año después perdió la corona ante Junior dos Santos – la única mancha en su trayectoria – pero la recuperó de las manos de dos Santos el 29 diciembre de 2012 vía decisión unánime (vean Cain vs Dos Santos III).
Y cada vez que se presentaba en la celda, las cámaras no podían evitar enfocarse en el tatuaje. Algo, que por supuesto, era la intención, dijo Jorge Iber, un profesor de historia de Texas Tech que ha escrito una serie de libros acerca de los latinos en los deportes.
“Ese tatuaje envía un mensaje”, dijo Iber, un cubano que creció en el barrio de Little Havana en la ciudad de Miami. “No hacen falta palabras. Se puede ver. Uno sabe cómo se siente él. Es un muchacho duro, y los muchachos duros tienen la tendencia a ser reservados.  Pero a lo lejos, parece ser la forma que Caín eligió para presentarse como un modelo a seguir”.
Como parte de su investigación, Iber leyó cuidadosamente archivos académicos que datan desde el inicio del siglo pasado donde los estereotipos de los mexicoamericanos se consideraban perogrulladas.            
“Leía cosas como: ‘Esta gente no es muy inteligente, es vaga, no es capaz de participar en deportes sofisticados, tiene mala predisposición’”, dijo Iber. “Así que cuando los mexicoamericanos comenzaron a destacarse en los deportes, comenzaron a trabajar en la idea de que es importante que la gente sepa lo que son capaces de hacer. El éxito de estos atletas demuestra a toda la comunidad que podemos participar, competir y tener éxito en los deportes americanos y muchos otros campos. El mensaje es simple: Somos tan buenos como los demás.

“Y apuesto a que seguidores de Caín pueden sentirse identificados con su historia de vida”, Iber agregó.
Los compañeros de Velásquez en AKA lo quieren muchísimo, aseguran que él es capaz de hacer cualquier cosa con tal de ayudarlos a mejorar.
“Es el tipo más agradable del mundo”, dijo Rockhold. “Al menos hasta que lo golpeas, luego ten cuidado con lo que pasa”.
Sus amigos del gimnasio están mucho más molestos que él con respecto a que su próximo combate se considere como de unificación del título de peso completo. Werdum fue declarado campeón interino por su impresionante victoria en UFC 180 el pasado noviembre ante Mark Hunt, quien reemplazó de último momento a Velásquez, porque éste debía ser sometido a una cirugía de rodilla.
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“Fab se jacta de ser el campeón”, agregó Rockhold. “No entiendo cómo puede pensar eso. No ganó un combate por el campeonato. Caín es el campeón. Fab es segundo y por mucha distancia. Y pronto se dará cuenta de que no merece estar en el octágono con Caín”.
Pero por su parte, Velásquez entiende.
“Pasé mucho tiempo fuera de actividad, así que comprendo por qué UFC hizo lo que hizo”, explicó Velásquez acerca del título interino de Werdum. “Ha sido difícil observar desde la tribuna. Hace tiempo que espero este combate”.
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Según Mendez, Velásquez no solo ha regresado, sino que el mundo de MMA está a punto de conocer una versión perfeccionada.
“En la pelea se verá una nueva y mejorada versión de Caín”, dijo. “Está preparado para demostrar por qué él es el mejor, y por qué posiblemente sea el mejor de todos los tiempos. Sabe que éste es su momento y que debe recompensar la fe de sus seguidores”.
Hace un par de años, Velásquez sorprendió a sus padres. Les compró una casa.
“Tiene una cafetera y una tostadora”, contó Isabel, aún sonando sorprendida. “Nunca antes había tenido una tostadora”.
Habla de cuán orgullosos están de Caín, pero lo dicen de una forma que sugiere que están más satisfechos con lo que ha logrado como hombre, que como peleador.
“Siempre le recuerdo la frase: Sí, se puede”, compartió Isabel. 
Es un sentimiento que Velásquez llevará consigo a la celda el próximo sábado en la ciudad de México.