La arena en Anaheim, California, explotó. No importó la diferencia de tamaño, no importaron las 20 libras de diferencia de peso. Una era concluía y otra iniciaba el 23 de octubre de 2010.
Brock Lesnar estaba de pie con la barba roja, una cortada en el pómulo la cual hoy, 10 años después, aún muestra una cicatriz que ocasionó Caín Velásquez al dominar al campeón y retirarle la corona en poco más de cuatro minutos.
El público del Sur de California no dejaba de gritar. El camino a la pelea había sido “caliente”. Con las acostumbradas palabras subidas de tono de Lesnar y un Velásquez quien nunca ha hablado mucho fuera de la jaula.
Pero lo que más hubo fue conexión. Una audiencia hispana, chicana, que por primera vez se sentía identificada con un retador a un cinturón de UFC. El hijo de mexicanos, el hijo de trabajadores de campo, el hijo humilde con Brown Pride orgullosamente tatuado en el pecho y Nuestra Señora de Guadalupe representada en su costillar.
Las mantas de “Sí se puede” y “Yes, we Cain” abundaban en el graderío.
Era la pelea más grande que el UFC podía hacer en ese momento. Lesnar era su estrella más grande, el atleta más vendedor y quien había estelarizado UFC 100. Velasquez el gran prospecto que venía de noquear a la leyenda Minotauro Nogueira.
Cuando Herb Dean detenía el combate, Caín Velásquez caminó al centro del octágono, miraba al cielo y ponía sus manos en su rostro incrédulo de lo que había logrado y recibiendo el aplauso del lleno total en la grada.
Este mes se celebra el “Mes Nacional de la Herencia Hispana” en los Estados Unidos. Si bien Cain Velásquez no fue el primer campeón del UFC de origen hispano, ese honor fue de Frank Juarez (mejor conocido como Frank Shamrock), definitivamente fue el que más ecos causó en la comunidad hispana siendo el primer campeón de raíces mexicanas en el peso completo en cualquier deporte de combate.
Sus caminos irían por rumbos completamente diferentes. Lesnar solo pelearía dos veces más, acosado por problemas intestinales. Velásquez ganaría tres peleas más de campeonato, nos daría una increíble trilogía contra Junior Dos Santos y se convertiría en un ícono hispano.
La explosión hispana llegó al UFC con Velásquez. El público celebraba su primer campeón completo y fueron uno de las aficiones más fieles. Aún con los problemas de lesiones y largas ausencias, siempre estuvieron cobijando a su campeón y un nuevo sector de aficionados llegó al octágono.
De igual manera fue la punta de lanza para la incursión del UFC al mercado Latinoamericano, participando en The Ultimate Fighter Latinoamérica 1 y ayudando a que la región se convirtiera en un mercado de primera importancia para el UFC.