Cualquiera tendría razón de temer a Cody Garbrandt luego de verlo en el Octágono, derribando a algunos de los mejores peleadores del mundo.
Pero la verdad es que el campeón peso gallo fuera del Octágono no es otra cosa más que un gran tipo.
Luego de un 2016 que cualquier peleador envidiaría, ganando cuatro peleas y arrebatándole el título a uno de los mejores de la división históricamente, Garbrandt se prepara para nuevamente pelear en UFC 217, contra su archirival TJ Dillashaw, pero también vive ya el mayor reto de su vida, convertirse en papá.
Dillashaw representa a un enemigo personal, no solo para Garbrandt, sino para todo el gimnasio Alpha Male, pues lo acusan de traidor, de abandonarlos y además dividir al equipo.
Cada quien tiene su versión, pero mientras tanto, el campeón se enfoca en ajusticiarlo; pero por su mente no pasa sino mera felicidad, por tener la oportunidad de crear una familia como él de hecho nunca tuvo.
"Es algo que siempre soñé, yo fui adoptado, tener oportunidad de tener una familia funcional y dalre a mi hijo una madre amorosa es maravilloso. Ahora tengo algo más por lo cual pelear que solo yo", dice el campeón.
No hay duda, ahora sus objetivos son mayores y siempre ha sido agradecido y recuerda sus orígenes e inspiraciones, como lo fue Maddux Maple, el chico de 10 años a quien Garbrandt dio el cinturón al ganarlo en UFC 207, como lo había prometido.
Sobreviviente de leucemia, Maddux fue muy importante en la vida de Garbrandt, y nunca lo olvidó, al contrario, uso es amotivación extra cuando más la necesitó contra Dominick Cruz, y salió avante.